jueves, 21 de febrero de 2013

Revolviéndose de éxtasis en un placer delirante


Todavía me cuesta creer que esta botella de vino sea mía, no porque valga millones, que podría valerlos, para mí tiene mucho más valor: es el premio que recibí anoche en los "Diablos Azules" por ganar el concurso de microrrelato erótico. Se lo agradezco a María Paz Ruiz, la escritora que hizo de jurado y a su vez presentó su libro de microrrelatos eróticos, Pop Porn. No sé por qué pero mi relato conectó con ella, ¡cuánto me alegro!






       Había luchado durante todo el día por apartar de mi mente todas las imágenes lujuriosas que la asediaban como diapositivas superpuestas, sin espacio protocolario para escuchar el silencio. Debo admitir mi persistente tendencia por lo subido de tono, lo malsonante. Abrumada de calor y de cálidos colores, opté por salir a tomar el aire y finalmente me colé en un bar que se interpuso en mi camino, quizá me atrajo por el saxo ambiental, o por el olor a sexo del ambiente. En un intento equívoco por ignorar mi imperante parte sexual, empecé a concatenar una cerveza con otra. ¡Oh, ignorante de mí!, olvidaba que los grados del alcohol subían y bajaban hasta zonas oscuras y profundas. Cuando el alcohol me recalentó, gateé hasta el baño en busca de cualquier agujero apto para echar las vísceras, y fueron mis ojos los que casi saltaron de su sitio cuando vi a esos dos osos revolviéndose de éxtasis en un placer delirante.