La
otra noche, mientras veía unos bonitos fuegos artificiales frente al estanque
de El Retiro, tuve tiempo de reflexionar sobre cuestiones varias. Las
explosiones de luz y color eran espectaculares, y unidas a “El lago de los
cisnes” o “La bella durmiente” de Chaikovski, además de otros temazos clásicos,
lograban un ambiente casi místico. A pesar de la marabunta de gente que
observaba agolpada, todos admiraban en silencio esa maravilla hipnótica que nos
regalaba el Ayuntamiento (imagino). En algún momento me sorprendí a mí misma
conmovida por aquellas luces y removida interiormente por emociones
encontradas. Una de mis amigas bromeaba con tener voz de soprano para secundar
la música. Sospecho que eso habría elevado el espectáculo hasta el culmen de la
emotividad. Su comentario me hizo meditar sobre lo simples y manipulables que
somos. Con cualquier necedad nos tienen entretenidos y contentos.
Los
medios de comunicación nos acribillan los sentidos con todo tipo de información,
con tal de que se cuele en nuestro subconsciente y se aloje allí, en silencio,
pasando desapercibida así para nuestras mentes pensantes y racionales. Tenemos
la posibilidad de pasar esos datos por embudos y filtros, ir desechando lo que
no interesa, cerrar la boca, apretar los ojos, taparnos las orejas… La parte
negativa es que hay dos obstáculos insalvables con los que lidiar: el primero
es la cantidad incuantificable de estímulos que nos rodean (Bar Pepe, megafonía
de Mercadona, modelos en la marquesina del bus, olor a Loewe, coches pitando, humo de tabaco, Cristiano Ronaldo, maniquíes
con la boca abierta, vota PSOE, operación biquini, llévese dos por uno, Messi, compro
oro, hacer, trabajar, crecer, ahorre el 20% en sus compras, farmacia 24 horas…);
el segundo es la percepción sesgada con la que observamos el mundo, fruto de
nuestros familiares, nuestra educación, el ambiente en el que nos hemos criado
y nuestro entorno en general (incluyendo los estímulos que dije antes).
Por
lo tanto, el trabajo para objetivar los hechos y las opiniones es arduo e improductivo
al cien por cien, pero vale la pena intentarlo. Finalizado este proceso de
autoconocimiento, podemos estar orgullosos a la par que resignados de que somos
menos auténticos de lo que creíamos. Estamos listos para contraatacar. Ahora
toca ser inteligentes para que no nos manipulen de más, toca poner en duda toda
la información recibida, despojarnos de prejuicios y sacudirnos el miedo de
encima. Que “más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer”, pues yo me
cago en esa frase y digo que mejor una experiencia nueva que arrepentirse
después echando la vista atrás.
Y
todo esto para transmitir algo simple: que seamos responsables y votemos en las
urnas, que no nos cuesta nada y nos merecemos otra oportunidad. Nos merecemos
ilusionarnos, con inquietud pero sin miedo. Así que hagamos un pequeño esfuerzo
para aportar lo poquito que podemos. No votemos en blanco, no favorezcamos así
a los partidos grandes como hemos hecho siempre ignorando la ley electoral
(incluyo un enlace interesante sobre el voto en blanco). http://hipertextual.com/2015/05/voto-nul-y-voto-en-blanco
Porque
nos merecemos un cambio a mejor para la mayoría y el momento es ahora, porque
ayer ya se fue y mañana es tarde.
Y para terminar, una canción de un grande como Ismael Serrano, cuya letra no deja de recordarme a este momento que estamos viviendo ahora.