viernes, 25 de marzo de 2011

Las formas del amor

Ya era de que volviera a escribir poesía. Cada una la puede interpretar como quiera, pero espero que os sintáis identificados de alguna manera con lo que quiero transmitir. Hay muchas formas de amor y otras tantas de amar, pero cada uno es libre para querer a su manera y para enamorarse de un rostro, o de una forma de ser, incluso de ambas cosas, independientemente de cuál sea el género o la condición de esa persona.


¡Qué formas tan distintas tiene el amor!
He de reconocer que estaba equivocada.
Ya antes suponía que la edad no importaba,
pero el objeto de deseo
contradice otra vez a la razón.

Será que me atraen las formas abstractas
y las sinuosas curvas de la personalidad,
pese a que pueda contradecir mi realidad
que se deleita con facciones exactas.

Y es que hay muchas formas de belleza:
la física es la que rige el mundo,
que se mueve por la apariencia
y se inclina ante la presencia.

Es la que entra por los ojos
y la que primero destaca en ellos.
Después brilla en los rostros
y se completa en los cuerpos.

La belleza interior
se escapa a los sentidos
y a la vez los embriaga
con un flechazo traidor.

Ante ella no hay defensa,
tampoco tendrá compasión,
sino que cruzará los límites,
destruirá los cánones
y romperá las murallas
hasta llegar al corazón.

Con sólo una mirada,
un viaje al interior,
encontrando el reflejo
del verdadero amor.

lunes, 21 de marzo de 2011

Alzheimer

   Sí, ya sé que tengo fijación con la memoria, no lo puedo evitar. Y es que si nos paramos a pensar, la memoria lo es todo. Es verdad que en ocasiones nos puede provocar mucho sufrimiento el hecho de rememorar ciertas cosas. Se puede sufrir hasta el extremo de desear no recordar, pues el olvido es el único alivio. Pero, ¿de verdad queremos olvidar? Porque los recuerdos nos ayudan a aprender de las vivencias y a saber que el sufrimiento no fue en vano, pues nos sirvió para crecer personalmente. Lo más difícil es no dejarnos absorver por el recuerdo, sino modelarlo a nuestro antojo. Lo que quiero decir es que a veces los recuerdos nos pueden causar traumas, y sortearlos antes de que se forjen en nosotros puede convertirse en una difícil tarea. No pretendo ser pesimista, todo lo contrario, quiero transmitiros que somos unos afortunados por tener una memoria sana.
   Se me parte el alma cuando me doy cuenta de que algunas personas van perdiendo la salud y la memoria en una carrera a contra reloj. ¿Hay algo más injusto que olvidar toda una vida como si de una cámara de usar y tirar se tratara? Claro que puede haberlo, hay enfermedades horribles, pero el alzheimer... a mí me provoca una particular impotencia. Es tan indigno que alguien pierda la noción del tiempo, del lugar, de las cosas, de todo. Que salga a la calle y camine sin rumbo, puesto que lo olvidó un instante después de recordarlo. Que se dirija a un bar y mendigue un café, porque en su casa no tiene dinero. Tal vez no sabe dondé lo dejó, o tal vez es su familia la que se lo está guardando. Probablemente lo lleve en el bolsillo o en el bolso.
   Empezando por los los quehaceres cotidianos, los cuales no podrá hacer con el tiempo y, sin saberlo, se convertirá en una carga para sus familiares. Suponiendo que tenga la suerte de tenerlos y de que se porten bien con él o ella. Pero casi más doloroso es no tener noción de su propia persona, de la que es en el presente y la que fue en el pasado. De cómo fue su niñez y su juventud, de que trabajos desempeñó. Tal vez fue un importante político, o una entrañable maestra, o un gran médico, o una estupenda ama de casa, pero eso se va borrando de su mente y el libro de su vida parece que retrocede, anulando su propia historia. Tendrá momentos de lucidez, pero éstos irán menguando, al igual que sus facultades. Para mayor desgracia de quien padece la enfermedad, además de las facultades psíquicas, también empeoran las físicas como el lenguaje y la ejecución de movimientos.
  Por suerte, va creciendo la esperanza en torno a la enfermedad. Los científicos están trabajando con una vacuna preventiva que en pocos años puede ser una realidad.
   Deberíamos solidarizarnos con esas personas que padecen alzheimer y aprender a ser más comprensivos con ellos. Ahora podemos alegrarnos de tener una memoria sana, porque es un gran tesoro.

viernes, 11 de marzo de 2011

11-M

Hoy es 11 de marzo, lo he recordado al verlo en las noticias. Supongo que todos asociamos automáticamente con este día imágenes, sensaciones, recuerdos dramáticos, tristes, trágicos, perturbadores... Y supongo que los que estuvieron muy cerca, colaborando o sobreviviendo, rememorarán esos recuerdos con más nitidez, si es que consiguieron convertirlos en recuerdos. Porque, ¿cómo se logra seguir adelante con esas pesadillas en la retina? O quizá debería preguntar, ¿cómo se evita que la vida se transforme en una permanente pesadilla?
   Yo lo viví de lejos, relativamente, puesto que no experimenté la pérdida de personas cercanas. A pesar de todo, me conmovió profundamente, me costaba mucho trabajo creer que aquello hubiese sucedido en Madrid. Supongo que así pudimos sentir más próxima la realidad de muchos países de Oriente Medio, donde se producen las mismas víctimas diarias. Pero eso duró poco, perdemos la sensibilidad a grandes velocidades. Qué otra cosa podría pasar, si cada día los telediarios nos asaltan con noticias desangrantes e imágenes de muerte y destrucción. La sobremesa se convierte en un bombardeo de tragedias, que resultan imposibles de digerir si no se dejan los sentimientos a un lado.
   Como decía, me invadieron la tristeza, la impotencia y un montón de sentimientos encontrados. Me preguntaba cómo iba a seguir la vida despúés, me sentía con la obligación de detenerme y hacer un duelo eterno, en solidaridad con todas las víctimas. Quise poner mi granito de arena y llevé una poesía a la estación de Atocha. Era conmovedor ver los carteles, la gran cantidad de velas, los nombres y dedicatorias escritos en las paredes.
   El tiempo pasó, como siempre, no tuvo la delicadeza de detenerse. Intento imaginar el sufrimiento de los familiares y amigos de las víctimas, no consigo ni acercarme. Para ellos este día debe de ser más duro de lo habitual. Ójala algún día podáis vivir en paz y serenidad, guardando el dolor, pero desechando el sufrimiento. A las víctimas directas, qué decirles... Ójala pudiéseis vivir, simplemente.

martes, 8 de marzo de 2011

La memoria

No busco las connotaciones políticas. Es un intento por evidenciar el dolor, el sufrimiento, la pérdida que pueden causar las guerras. Si se sobrevive a ellas, las cicatrices pueden ser muy profundas.
   Yo soy muy joven y no he vivido nada de eso, pero me angustia imaginar esas cosas tan horribles. Estas son mis sensaciones:


Triste está la memoria,
impotente lucha por recordar,
estira los dedos en vano,
aún no podrá descansar.

La tierra enmudeció su grito
pero ella no piensa callar,
aunque los años apacigüen
aquel inmenso delito.

Memoria inmortal,
¡Sigue siendo incansable!
Memoria vital,
¡Ahora tú, sé implacable!

Porque no fueron justos contigo,
te echaron más tierra encima
y lo convirtieron todo en amnesia,
borrando a cualquier testigo.

Cultivaron el olvido,
pero la tierra estaba envenenada
de memoria insomne
y de sangrantes heridas.

Ni rencor, ni odio, ni perdón,
sólo vieja memoria,
sólo viejas heridas,
sólo viejo dolor,
sólo joven vida.

Te toca a ti, memoria,
elegir recordar
o elegir olvidar,
pero ante todo cicatriza
lo que quedó por curar.

INTRODUCCIÓN

Me gustaría escribir de todo en este blog, pero la poesía tiene que ocupar un lugar importante. Tengo bastantes poemas escritos, aunque aquí he decidido empezar prácticamente de cero. Voy a reflejar uno de los últimos poemas que escribí para inaugurar el blog.